No se paga.
La sociedad quiere hacernos pagar por lo que amamos. En lo que a mi respecta, nunca pagaría un paisaje, o una mueca chistosa. Nunca sobornaría por un ataque de cosquillas, o la mejor atención de todas. Sin embargo, caen los años y la magia hecha producto nos busca hasta en los rincones de nuestras cuevas.
La legitimidad del arte ya está en combate: ¿Es el precio o es la adhesión lo que vuelve amable a un producto cultural?
Bien, ya estuvo bien de vocabulario de revista, o de ensayo. Esta vez, será dicho en palabras que no fingen sino que encuentran.
Ya es oficial la declaración de guerra de este blog, y de mi producción de todo tipo, contra los derechos intelectuales extorsivos y los afanos abiertos y disimulados (como diría el general) de los grandes imperios de la verdadera libertad. No voy a pagar por lo que me hace libre: no voy a consumir falsas libertades.
Pagaré quizás un concierto, aportaré lo que pueda o quiera a una causa: brindaré verdadera vida a lo que me enriquece, como lo que hacemos en Orsai los que lo hacemos. Pero lucharé encontra de las productoras, levantando plumas en contra y regalando la obra. Más que regalar (que a todo el viejo mundo parece sonarle mal) es presentar: He aquí lo que hice, vos, de igual a igual, aportá lo que quieras. Es algo así como una vaquita, pero un poco diferente. Sí, solo un poco.
Nos costará a quienes pensamos así. Quizá sea esa vocecita imbécil que nos hace correr contra el viento, nadar cascada arriba sólo para sentirnos menos insignificantes: quizá sea lo que llevó al Quijote a cargar contra un molino.
Quizás sea el verdadero espíritu de la nobleza.
La legitimidad del arte ya está en combate: ¿Es el precio o es la adhesión lo que vuelve amable a un producto cultural?
Bien, ya estuvo bien de vocabulario de revista, o de ensayo. Esta vez, será dicho en palabras que no fingen sino que encuentran.
Ya es oficial la declaración de guerra de este blog, y de mi producción de todo tipo, contra los derechos intelectuales extorsivos y los afanos abiertos y disimulados (como diría el general) de los grandes imperios de la verdadera libertad. No voy a pagar por lo que me hace libre: no voy a consumir falsas libertades.
Pagaré quizás un concierto, aportaré lo que pueda o quiera a una causa: brindaré verdadera vida a lo que me enriquece, como lo que hacemos en Orsai los que lo hacemos. Pero lucharé encontra de las productoras, levantando plumas en contra y regalando la obra. Más que regalar (que a todo el viejo mundo parece sonarle mal) es presentar: He aquí lo que hice, vos, de igual a igual, aportá lo que quieras. Es algo así como una vaquita, pero un poco diferente. Sí, solo un poco.
Nos costará a quienes pensamos así. Quizá sea esa vocecita imbécil que nos hace correr contra el viento, nadar cascada arriba sólo para sentirnos menos insignificantes: quizá sea lo que llevó al Quijote a cargar contra un molino.
Quizás sea el verdadero espíritu de la nobleza.