Las manzanas de Svenka
Terminó de colocarle la última naranja en la cabeza, caminó hasta detrás del caballete, y la midió con el pincel. Svenka sentía el peso de las frutas, y el cuello de encaje del camisón que le raspaba los hombros. Era la cuarta vez que se prestaba para su retrato. - Kris, ¿cuánto crees que vas a tardar? - Lo que tenga que tardar. - Tengo que terminar la tarta de manzanas antes de las cinco. - Ya te dije que Esther pidió tu retrato con las frutas en la cabeza para el Lunes. - Kristoff levantó la mano a la altura de su ojo, e hizo un gesto. Svenka lo entendió, y dio un paso hacia su izquierda - No me distraigas, que el día se acaba y la luz a esta hora te resalta los ojos. - Solamente te pregunté cuánto ibas a tardar. - Y yo te contesté y te pedí que no me distraigas. - ¡Qué temperamento!. Píntame rápido disfrazada de ensaladera, así puedo cocinar. - Me estás distrayendo