Le Falta Fuerza
A este texto le falta fuerza. Lo sabe. Su autor sabe de primera mano que su texto no tiene fuerza. Adornado con palabras complicadas, ese montón de letras pretende moverle el alma al lector que, finalmente, no entiende por qué gastó su tiempo en semejante estupidez. Obviamente lo entiende. Si es el autor quién hace al texto. Si es la vida y la voz del escritor la que tiñe todo. Cómo pretende hacer un escrito fuerte si a ese autor no le pasa nada. Si las fuentes de motivación son edulcoradas y trilladas, si las peores agonías están ocultas o domesticadas. ¿Qué clase de escritor puede escribir con la incertidumbre de bozal, correa en mano? Todos pueden, y por eso éste hizo el texto que hizo. Y por eso no tiene fuerza. Porque no saca fuerza de ningún lado. Porque la energía cósmica, o lo que mierda sea, no sale de la nada. Sale de una conjugación, de una fusión. De una olla sale. Y si esa olla está vacía, se le pueden echar ideas y letras. Pero el texto saldrá sin