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Mostrando entradas de junio, 2013

Bailes típicos de Mocronte

Búsqueme, Oh, búsqueme búsqueme un trumo acá en el medio. Que yo seguro tengo busque con argante ahínco. Aunque tenga que fragarme, Yo aguanto Cómo le explico que quiero vogir con usted por horas, hasta corriendo. ¿eh? y las folidantes vincias marcando el compás tic, tuc, porque tac suenan las bulapas.  Y ni yo ni usted somos bulapa. Porque las bulapas se asustan cuando uno las zatonea. Y no convidamos los zatones. zolo zabemos quinar los zantoneadores. Lo que sí sé afiscar son los bailes típicos de Mocronte. OH, MOCRONTE. La de las grandes playas, junto al monte. viejo dicho, aunque námido a raudal. Lo que nadie quiere sumonir -ni resumonir, mucho menos- Es la densa pero convexa íspide de los Cien Ríos. Porque eso es de motoqueros, y de nadie más. Qué sugo la drola. Valga la redundancia. Pero nos tropenga a todos sin ersersión alguna. Nos apunta con el dedo y vos y uno camina y vos no y se queda chito nomás y n

Ki-moushon

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Le desconecté el cable de la pared. Se quedó con el tubo del teléfono fijo en la mano, en la oscuridad. Era una viuda de sesenta años envuelta en esa tela áspera que le verías a cualquier gitana de peineta, con un olor eterno a cebolla en la sartén. Marcaba con sus deditos regordetes los números, y apretaba el botón de colgar para ver si con el silencio volvía a oír el tono. - Tía, basta.