La Voz de Belén (Parte I)
Me movía algo así como una soga invisible. Los últimos tres días, algo fuera de mí me impulsó a hacer lo que por años pospuse descaradamente. Le dije a Tina que necesitaba volver. Su cara no soportaba lo que, en ese instante, empujaba de adentro hacia afuera. Me preguntó que para qué. Que hace treintaylargos años que me fui. Sin preguntas, sin preámbulos, sin extrañares. Que tenía un nuevo hogar y que era un desgraciado. Un hijo de puta malagradecido, que ella creía que ya me había olvidado de todo. Que mis hijas no me importaban, que me estaba cagando en ellas. Que si me iba no me volvería a abrir la puerta y que se cagaba en todos mis muertos. Tina siempre se pone así cuando pasa algo relacionado con mi vida anterior a Càdiz.