Salen Very Bads
Así llamaba mi amigo Fede a ese tipo de películas. Esas películas horrendas, de bajísimo presupuesto, con más coraje que habilidad detrás de cámara, y más caradurez que cualidades histriónicas en los actores.
Nos juntábamos a ver Very Bads.
Ya hace un año que me fui de Mendoza y allá quedaron los cinéfilos. Ese cine horrendo, que elegíamos por el peor nombre y por el cual probábamos nuestra valía: el desafío era verla entera, sin perecer en el intento.
El arma que blandía el director podía variar: podían ser incesantes tripas y sangre de utilería, mujeres con poca ropa, muchas armas, hacernos creer que en un primer momento la película es buena, un presupuesto tal en que los sonidos de balas están hechos por voces, una imaginación tan retorcida que da alucinaciones o, simplemente, una trama insoportable.
Eso veíamos en grupo. Eramos siempre al rededor de cuatro ñatos mirando Festín Diabólico, o Lake Placid 3 y cagándonos de risa. Quizá no todo el mundo pueda deducir metódicamente el contenido de la película o el origen de la comicidad. Pero nosotros, en ritual, lo hacíamos con algo de frecuencia.
Viví sólo un año en Mendoza. Por lo tanto, la costumbre que los chicos llevaban de hacía años había dejado cientos de anécdotas.
Películas que daban dolor de cabeza (como el famoso Polybius), películas que ponían de mal humor al televidente desprevenido. A veces hasta encontrábamos una en la televisión y era todo un suceso. Era cine oculto, cine único y escandaloso. Era algo entre nosotros, y la película.
Hoy le envié una excelente escena de una Very Bad a un gran escritor que admiro y con quien charlo por twitter, Rodrigo. Tuvo una reacción idéntica a la mía cuando la recibí de los albores de la internet desordenada. No ví su reacción, pero presentí sus ojos enormes, sus carcajadas, y la incredulidad frente a la voz de un gallego que dice "No os encariñeis mucho con el chaval".
Esa reacción reavivó mi 2010. Vinieron a mi todas esas noches agolpados frente a mi computadora, buscando en el Fanático las peores películas que encontremos, bajarles el volumen y cambiarles la trama. O por el contrario, descubrir una obra de arte oculta donde el director es nuestro cómplice.
Ahi estuve un rato, con Fede, T-bone, Guido, Seba. Gritando como un imbécil cuando oímos "Machete don't text" con la cara de Dany Trejo. Y los extraño.
Espero que alguno de ustedes descubra una nueva pasión. Que vean una Very Bad en algún canal de televisión, como El Día de los Tríffidos, y se queden mirando:
Que sepan que eso, en uno de mis tantos hogares, era sinónimo de fiesta.
Nos juntábamos a ver Very Bads.
Ya hace un año que me fui de Mendoza y allá quedaron los cinéfilos. Ese cine horrendo, que elegíamos por el peor nombre y por el cual probábamos nuestra valía: el desafío era verla entera, sin perecer en el intento.
El arma que blandía el director podía variar: podían ser incesantes tripas y sangre de utilería, mujeres con poca ropa, muchas armas, hacernos creer que en un primer momento la película es buena, un presupuesto tal en que los sonidos de balas están hechos por voces, una imaginación tan retorcida que da alucinaciones o, simplemente, una trama insoportable.
Eso veíamos en grupo. Eramos siempre al rededor de cuatro ñatos mirando Festín Diabólico, o Lake Placid 3 y cagándonos de risa. Quizá no todo el mundo pueda deducir metódicamente el contenido de la película o el origen de la comicidad. Pero nosotros, en ritual, lo hacíamos con algo de frecuencia.
Viví sólo un año en Mendoza. Por lo tanto, la costumbre que los chicos llevaban de hacía años había dejado cientos de anécdotas.
Películas que daban dolor de cabeza (como el famoso Polybius), películas que ponían de mal humor al televidente desprevenido. A veces hasta encontrábamos una en la televisión y era todo un suceso. Era cine oculto, cine único y escandaloso. Era algo entre nosotros, y la película.
Hoy le envié una excelente escena de una Very Bad a un gran escritor que admiro y con quien charlo por twitter, Rodrigo. Tuvo una reacción idéntica a la mía cuando la recibí de los albores de la internet desordenada. No ví su reacción, pero presentí sus ojos enormes, sus carcajadas, y la incredulidad frente a la voz de un gallego que dice "No os encariñeis mucho con el chaval".
Esa reacción reavivó mi 2010. Vinieron a mi todas esas noches agolpados frente a mi computadora, buscando en el Fanático las peores películas que encontremos, bajarles el volumen y cambiarles la trama. O por el contrario, descubrir una obra de arte oculta donde el director es nuestro cómplice.
Ahi estuve un rato, con Fede, T-bone, Guido, Seba. Gritando como un imbécil cuando oímos "Machete don't text" con la cara de Dany Trejo. Y los extraño.
Espero que alguno de ustedes descubra una nueva pasión. Que vean una Very Bad en algún canal de televisión, como El Día de los Tríffidos, y se queden mirando:
Que sepan que eso, en uno de mis tantos hogares, era sinónimo de fiesta.