OrsaiBar

    

    En algún comentario, en alguno de los lugares para comentar (la fugacidad de la internés es así, vió) dije solemne que haría una crítica del Orsai Bar, como haría el personaje crítico de restaurants de Ratatouille, Mr. Ego. Aqui les va:




  

    He hablado de salud muchas veces. Hasta he visto "cuestión de peso" una o dos veces con mi abuela Teresa. Conozco los hospitales, a doctores y varios enfermeros. Todos siempre saben qué decir ante un dolor y siempre dan en el clavo cuando te apuñalan con el dedo: "¿Acá te duele?" Si, justo ahí, joepú. Mis padres tuvieron una época de dietas desde esotéricas y cosmopolitanianas (la de la luna) hasta lógicas y evolucionistas (una dieta que indica comer sólo lo que comían nuestros ancestros nómades).

    Sin embargo, nulas las veces en que la salud de estas charlas comenzaba por la muchedumbre que nos rodea.

    Hace ya un par de días (ahora que miro el almanaque, unos cuantos) decidí enfrentar el destino que armé en una especie de autoservice místico/rutinario. Decidí dar presente en el Bar Orsai, el día 3 de Febrero, cuando se presentaba la revista. Esta vez, sin dramas aduaneros. Reuní una pequeña tropa esparcida, algunos afines a la revista y otros sólo conectados por mi fanatismo soso y juvenil. Los convoqué a las 21 allí, en un bar que no conozco, en un barrio que conozco menos, de una ciudad que amaría conocer. Temprano tomé con Fran, mi compinche a veces Sancho a veces Quijote, el colectivo hacia Buenos Aires. Nos tomamos uno equivocado que nos dejaría a trasmano de los planes, pero el tiempo era mucho para los pocos preparativos que teníamos.

    Me acuerdo cuando era chiquito, cuando viajábamos a Capital con la familia. Me sentía en la típica escena pochoclera del tipo que llega a Las Vegas por primera vez, donde los nombres de los casinos y de los hoteles van pasando a través de uno. Era mi Gomorra mental. Pero los años pasan, y las circunstancias a uno lo hacen entender la idea de consumo, la idea de superficialidad, y renuncia al placer sencillo. Cuando se enuncia ese rechazo conscientemente, suena estúpido o en el mejor de los casos, innecesario. Pero la situación es irreversible. Ahora, Capital es una tierra de oportunidades, no de placeres. Se puede hacer de todo, pero no se puede recibir de todo sin hacer nada.
A veces, esa condición es Finlandia. Sin embargo, ésta vez fue un Bar.

    Tomamos un frapuccino (Franpuccino o Franciscopuccino) y lo alargamos un par de horas. Charlamos con ánimo y mirábamos a ese mundo farandulero, excéntrico o simplemente burdo a través de un ventanal. Veíamos esa pecera que era la 9 de Julio: la gente parecía gustosa.

    Se hizo la noche. El calor no paró y estabamos agobiadísimos. Nosotros, de zapatillas con medias, de remeras de grueso algodón, de tener dos pantalones cortos. Llegamos entre dudas y certezas sin dar demasiadas vueltas. Subimos las escaleritas del Bar Orsai a las 20:26, cuando todavía habíamos pocos. Pedimos una cerveza cada uno y hablamos.

Para mantener el orden de crítica, voy a enunciar una lista de Pros y Contras

CONTRAs

*Está orientado para gente de Capital. Sé que es difícil, que recién comienza. Pero para alguien que vive fuera y/o lejos de la "city", estar lejos del epicentro es básicamente comerse la cara. La idea de la Orsai es que todos formamos parte, pero que todo pase en otro lado hace que, otra vez, lo bueno sólo salga de una pantalla.

*Es saladito. Soy un estudiante. Mi pizza favorita (gracias a mi novia) es la de la Fábrica de Pizzas. Es mediocre, pero cuesta 8 pesos. 12 si le ponés doble de muzzarella para que sea una pizza normal. La gran comequechu cuesta sus buenos pesos y las cervezas también. Para alguien que vive en economía de guerra seguramente es complicado caer constantemente al bar. Me pregunto si podremos llevar cada uno una comida, y compartir. (La pizza estaba exquisita, pero no era como la de mi vieja. Mis respetos al Comequechu)

*Falta Hernán. Es simple. Está en Barcelona, es parte del espíritu y no está. Esperemos que llegue, porque fue como ir a un cumpleaños al que no asiste el cumpleañero.

*No tiene ventilador. Vivo a temperaturas menores a 15º todo el año (vivía), un ventilador pudo haberme hecho muy, pero MUY feliz. Un aire acondicionado es muy ambicioso, por eso no se menciona.

*Son unos colgados. No sé si ponerlo acá o en los PROs. No hay orden, no hay horario, es un "caigan que presentamos" y ni siquiera presentan. La revista no estaba a la vista, no nos hicieron ningún discurso (por lo menos hasta que me fuí) y no dijeron nada. Ni siquiera fue pública el encuentro de Chiri y Tonga, dos compinches que nunca se habían visto al rostro. Creo que le hubiera venido bien ese punto engrudo, para tener oportunidad de hablar con otras personas, o de reirme de la gente a la que vengo siguiendo. Digo... CON la gente que vengo siguiendo.

PROs

*Está hecha en base a donaciones. Eso hace que más que una franquicia, se sienta el quincho de un amigo, o un salón de usos múltiples. Dato que es fantástico.

*Tiene un fin. No es un bar donde el fin es un cliché (sea de película de Seagal, o de película de Steve Carrell) El fin es compartir algo que es noble.

*Hay mesas. Es estúpido, pero sin mesas no estaría bueno. Tienen permiso de omitir este punto.

*Hay una biblioteca. Y esto no es estúpido. En el piso superior hay una biblioteca con las revistas anteriores y los libros de la editorial para leer. Eso es un golazo, me tendría que haber robado algo. Digo, todos roban.

*Hay pizzas. Probamos "La Gran Comequechu" y nos encantó. Éramos tres personas y nos duró lo que una flatulencia en un cesto de mimbre.

*Decoración afín. Las lamparitas tienen motivos de las primeras revistas, hay cuadros hermosos que están colgados por doquier. Hasta la gente, sacada de algún escenario porteño y depositada ahí dentro, es parte de un paisaje tenue y agradable.

*Pasaron Jazz. Lejos de ser un snobismo (lo és, uno simpático y nada ofensivo) la música le puso muchísimo buen espíritu a la noche y a la pizza. Realmente me sentí un escritor entre escritores.

*Todos se caen bien. Es muy generalizador, o muy subjetivo. Sin embargo, ¿qué nos lleva al bar Orsai? una revista. Esa revista tiene toneladas de contenido moral, de gustos, de ánimo lúdico (lo aprendí en el sims), de humor, de preocupaciones y de personajes en común. Si llegaste allí, por lo menos tenés en común lo básico para llevarte de pelos con un transeúnte.

*Están ellos. Hernán no estuvo, pero sé que quería. Lo vi al nombrado Chiri. Hablé con el Tonga sobre el Posnet y lo dificil de ubicarlo. Le pedí si podía ver una revista, y en menos de 5 minutos me estaba leyendo en ella (en las cartas al Señor Director) y estaba chillando la respuesta a Fran y a Paulita, que nos fue a acompañar un rato y a disfrazarse de mujer de los 60s.


Bar Orsai, un buen lugar para la Salud.

En San Telmo, Humberto Primo 471
Brunoestrellitas: 4,5 de 5